EL SEÑOR DE LOS ANILLOS
- simplementebaloncesto
- 24 may 2017
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 ene 2020

Carácter, orden, disciplina, riqueza táctica, motivación, exigencia, liderazgo, comprensión del juego, ... estas son solo algunas de las virtudes de Zeljko Obradovic. Lo demás podríamos definirlo como magia. Y el resultado final, lo categorizamos como HISTÓRICO.
La brillante carrera de Zeljko Obradovic como entrenador empezó lo pronto que él decidió abandonar su insípida carrera de jugador para comenzar a escribir con letras de oro la historia del baloncesto europeo. A los 31 años se puso a los mandos del Partizan de Belgrado, y en su primera temporada ganó Liga, Copa y Copa de Europa (sí, la del triple de Djordjevic sobre la bocina frente al Juventut), casi nada.
A partir de entonces, el salón de su casa ha tenido que ser paulatinamente reformado para poder albergar todos los títulos europeos. No queremos aburrir ni hablar de su palmarés, no acabaríamos nunca ni es el objetivo de este artículo. Con nombrarlo es suficiente. 14 Ligas, 11 Copas, 9 Euroligas,…
Posiblemente el secreto del éxito de Obradovic ha sido el de saber evolucionar a lo largo de 25 años de la mano del desarrollo del juego. Si viéramos un partido de aquel Partizan, del mítico PAO o del actual Fenerbahce, pensaríamos que eran dirigidos por personas totalmente diferentes.
Como buen balcánico, sus inicios se centraron en la rigidez de sus sistemas. Repetición, repetición, repetición, hasta llegar a lo excelso. “Esto es ajedrez, esto es ajedrez”, solía repetir una y otra vez. Sin duda fue su comienzo y donde empezó a fraguarse su estilo.
Cuando estuvo en España (Badalona y Madrid), Obradovic era mucho más flexible. Se adaptó como un buen colchón viscoelástico a los integrantes de sus equipos, y dejó que mostraran todo su potencial en la pista. ¿Se imaginan a Villacampa en un carretón continuo?, ¿o a Arlauckas y Sabonis encorsetados en la zona?. Supo leer eso. Seguía jugando al ajedrez, pero abrazaba la evolución del baloncesto. Resultado, dos euroligas en dos años.
A pesar de la imagen que pueda dar en la pista, Obradovic es un entrenador que respeta profundamente a sus jugadores. Siempre estará de su lado. Solo les exige una cosa, trabajo. Eso es absolutamente innegociable para Obradovic. El trabajo es una de las caras de la moneda de Zeljko, la otra, el talento. Para él no son excluyentes, sino que además imperativamente deben ser complementarias.
Fue el entrenador que puso de moda los gritos y aspavientos a los jugadores de su propio banquillo. Algunos, totalmente atónitos, no sabían donde mirar para no cruzarse con la mirada desencajada del genio de Caçak. No conozco a ningún jugador, absolutamente a ninguno que tenga una opinión negativa de Obradovic. ¿Quizás los éxitos eliminan los egos?, no lo se, pero posiblemente sí los apacigüen. El trato cuando no está entrenando es cordial, se acerca a los jugadores. Pero cuando el jugador está en la pista, allí ya no hay trato, es la guerra.
Hombre pausado en su vida privada, familiar, risueño, pero fanático del deporte de la canasta. No hay nada que deje a la improvisación. Cuando se acerca a Lamónica con una sonrisa, sabe perfectamente lo que quiere… cuando se acerca con la cara desencajada y de un color similar al de un alemán tras 15 días en Mallorca, también sabe lo que quiere.
Zeljko no prepara los partidos mucho mejor que sus compañeros de profesión. Lo que sí hace infinitamente mejor que los demás es leerlos y cambiar la hoja de ruta. ¿Nadie sabía contra el Madrid el papel clave que tendrían la pareja Vessely/Udoh?. No creo (o eso espero) que sorprendiera a Laso. Aunque me sorprendió su decisión de no convocar a Nocioni y no hacer jugar a Felipe Reyes en la guerra Otomana que se avecinaba.
Ese es el verdadero valor añadido de Obradovic. Cuando los demás miran al cielo buscando la ayuda divina a sus problemas, Obradovic ya ha hablado con el de arriba y tiene la solución a los enigmas varios minutos antes. Con él enfrente, siempre llegarás tarde…
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