LA CARA OCULTA DE RUDY
- simplementebaloncesto
- 19 oct 2016
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 25 ene 2020

Hace ya tiempo que un viejo entrenador me dijo que para ser un jugador TOP en este deporte debes conseguir un compendio entre la capacidad física, el estado psicológico y el nivel técnico/táctico.
Rudy marchó a la NBA con 23 años de la mano de los Trail Blazers. A pesar de su retorno 4 años más tarde, sus números en la liga americana son más que aceptables (9,1 puntos, 2,4 rebotes y 2,2 asistencias en 24 minutos de media), pero siempre rondó alrededor suyo una aureola de que “no le permitieron” ser mejor, que el entrenador no contaba con él de forma injustificada, recordando las viejas excusas de todos los retoños; “el profe me tiene manía”.
Siempre he sido receloso de estas afirmaciones. ¿Alguien se imagina en el BANCO SANTANDER, que se entregue un proyecto de millones de euros a un Junior, pudiendo ser liderado por un Senior contrastado? Al final el baloncesto es un negocio, y más aún si cabe el americano, por lo que es complicado creer al 100% este tipo de comentarios.
Pero llegó 2012, y el jugador decidió volver a España. Madrid y Barcelona comenzaron una nueva puja por uno de los jugadores más apetecibles de Europa, sabiendo que tendrían líder para años. El Madrid le ofreció ser el buque insignia de un proyecto ganador, donde sería el estandarte del equipo. El Barcelona le ofreció competir con Juan Carlos Navarro por el rol de líder y hacer un traspaso de poder paulatino. Prefirió la primera opción.
Hasta aquí, quien más y quien menos, todo el mundo conoce la historia de Rudy. Pero lo que me hace escribir este artículo, es el codazo que hace aproximadamente un mes propició a Rojas. Esto me hizo recordar una entrevista publicada en 2013 donde el propio Rudy realizaba la siguiente afirmación: “Dicen que en la pista soy un chulo. Y yo diría que tienen razón”. ¿Es bueno que un deportista sea consciente de que ésta es su actitud y no le ponga remedio?
Echando la vista atrás, son numerosos los incidentes protagonizados por Rudy Fernández en una pista de baloncesto. No quiero entrar en el debate de gestos dentro de una pista o incluso del tan famoso “floping” ya que creo que pueden relativizarse como una parte del juego. Hablo de hechos tangibles. Recuerdo el incidente con Sato en Valencia, el balón a la cabeza de Lavrinovic, con Gelabale en el Eurobasket 2011,…
¿Es suficiente con pedir perdón?. Lo considero imperativo, pero no suficiente. El perdón sobre los actos adquiere valor cuando es una bala que no se usa en exceso. Cuando una persona tiene que pedir perdón sobre unos actos reincidentes, debe modificarse el origen del comportamiento. Eso es lo complicado, lo demás al fin y al cabo, son simples letras juntadas en una cuenta de Twitter.
Cuando pienso en los grandes jugadores que han hecho historia en el deporte, en la mayoría de los casos son personas y profesionales ejemplares, donde el error ha sido esporádico o prácticamente inexistente (Nadal, Federer, Indurain, Jordan, Gasol,…). Creo que sería un acierto que Rudy adquiriera un tipo de comportamiento similar, pero no hace falta irse tan lejos, tiene en su mismo vestuario a Sergio Llull, un tío de lo más elegante y educado jugando a este deporte.
No tener amigos en la cancha (algo que le inculcó Mumbrú a Rudy) no es nunca un defecto si se acompaña de un respeto hacia el rival. En los últimos acontecimientos, y más puntualmente, a lo largo de su carrera, Rudy no ha sabido combinar esas dos variables, pero, ¿es algo en lo que él realmente quiera trabajar?
Comments